NIKI LAUDA, Más que solo un
piloto de Formula
1
40
años del accidente de Niki Lauda en
el GP de Alemania 1976
(Nikolaus Andreas Lauda;
Viena, 1949) Corredor
automovilista austríaco que fue tres veces campeón mundial de Fórmula 1: en
1975 y 1977, con la escudería Ferrari, y en 1984, con McLaren. Meticuloso y
exigente tanto en la conducción como en el perfeccionamiento mecánico de la
máquina, sus aptitudes y fiabilidad como piloto no le impidieron sufrir, un año
después de ganar su primer campeonato, un aparatoso accidente que le dejó
graves heridas en el rostro. Reveló entonces otra de sus virtudes: una
irrefrenable ambición ganadora que lo puso de nuevo al volante al cabo de seis
semanas y que se vería recompensada con otros dos títulos mundiales.
Crónica del accidente:
El
antiguo y peligroso Circuito de
Nürburgring estaba dispuesto a
cobrarse una nueva víctima, un tributo para el dios, o mejor dicho, para el
diablo de la velocidad. Fue un fátidico 1 de agosto de 1976 en el GP de Alemania de F1. El demonio
acechaba por los rincones de su hogar, el Infierno Verde. Allí,entre las
montañas Eifel, permanecía en busca de la presa perfecta. Y la
encontró en el piloto austriaco Niki
Lauda. ¡Qué mejor candidato que el vigente Campeón del Mundo y
triunfador en 5 de las 9 primeras citas de la temporada!
Comenzó
a urdir su plan al alba. Así, durante la madrugada de la carrera, el cielo
grisáceo y tenebroso, descargó una fina cortina de lluvia.
Esas gotas de agua fueron lo suficientemente efectivas para elevar el
riesgo de Nordschleife, uno de los asfaltos más mortíferos
del planeta. Un lugar en el que la leyenda, el automovilismo y
la señora de la guadaña, convivían en una tétrica y eterna armonía. Los
corredores no estaban de acuerdo con las deficientes medidas de seguridad
en Nürburgring. Pero la prueba, pactada a 14 vueltas, se iba a
disputar.
Las
cambiantes condiciones climatológicas hicieron que la incertidumbre y lapreocupación se
instalaran en el paddock. En el ambiente flotaba una sensación de tensión
y nerviosismo. La pista, aunque se encontraba húmeda, se estaba
secando rápidamente. A pesar de ello, los bólidos montaban las gomas de mojado. En la primera línea de
parrilla, James Hunt, dueño
de la pole, por delante de Niki
Lauda, esperaba el momento de arrancar hacia la victoria. Sería un
duelo al sol entre los dos pistoleros más rápidos del lugar. Representaban dos
concepciones deportivas y personales antagónicas. Por fin, el semáforo se
puso en verde. Ambos adversarios, preocupados de marcarse
mutuamente, realizaron una mala salida. Clay Regazzoni aprovechó la coyuntura para ponerse al
frente de la prueba.
Lauda,
tras un arranque dubitativo, había perdido mucho terreno frente
a sus predecesores, especialmente con Hunt. No podía permitir que el
play boy británico se le escapara. Inició una persecución desesperada.
Tras la primera vuelta, algunos bólidos entraron a boxes para cambiar sus
gomas. Un extraño aroma a azufre invadió el mastodóntico autódromo.
Los pronunciados desniveles y los giros sinuosos del trazado,
le convertían en el escenario perfecto para que el
maligno realizara sus planes. Tras inspeccionar los 20,8 km de asfalto, seleccionó la
curva Bergwerk para su
fechoría. Y así sucedió.
El Ferrari 312 T2 de Lauda
perdió el control en ese punto. Salió
despedido hasta impactar contra los catchfencing, las
rudimentarias protecciones compuestas por una pared de alambres. El
choque fue tan fuerte que el bólido rojo, convertido en una bola de fuego, salió rebotado
hasta detenerse en medio de la pista. Pero parece que esta
espeluznante colisión no fue suficiente tragedia para Satanás.
Entonces hizo que un monoplaza que transitaba por ese sector impactara brutal
y frontalmente contra el de Niki. Las imágenes eran dantescas.
Lucifer
se marchó del lugar convencido de que su maléfica obra se había
consumado. Pero, se equivocó. Cuatro auténticos héroes, los
pilotos Harald Ertl, Brett Lunger, Guy
Edwards y Arturo Merzario se bajaron de sus coches. Y sin
pensárselo un segundo, rescataron de las llamas -fueron 55 segundos eternos- a
Lauda. Marzario sufrió graves
quemaduras en sus manos al extraer del coche el cuerpo de Niki.
Este, aunque tenía la mayor parte del cuerpo abrasado, estaba vivo. El vencedor del GP de
Alemania fue James Hunt, quien también se llevaría la corona
mundial de 1976.
Mientras,
el austriaco se debatió durante varios días entre la vida y la muerte en el Hospital de Mannheim donde había sido
trasladado. Finalmente salió victorioso de la prueba más
dura de su existencia. Huyó de las garras del Infierno Verde. Su cuerpo quedó marcado para
siempre. El zarpazo de Mefistófeles se hizo patente e imperecedero en su
rostro. Pero, el vienés, se ganó el
corazón de todos los aficionados al mundo del motor... y
de los que no lo eran. Se subió a su monoplaza tan solo 40 días después del percance.
Fue un 10 de septiembre en
el GP de Italia celebrado en Monza. Nadie daba crédito a su gesta.
Apenas podía ponerse el casco por los insoportables
dolores que le producía el contacto con su piel abrasada. Terminó
en cuarta posición, pero fue el ganador moral y sentimental de la prueba. De
esta épica forma, quiso demostrarle al mundo que estaba de vuelta y
que el mal no había conseguido su objetivo.
Después
de aquello, tuvo tiempo de lograr 2 títulos más, 1977 y 1984,
que junto al cosechado en 1975, le
convirtieron en tricampeón del Mundo. Había nacido un mito, uno de los mejores pilotos de la Historia de la F1.
Articulo presentado por: Grupo Llancarsa "Más que solo llantas"
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