lunes, 1 de agosto de 2016

Niki Lauda

NIKI LAUDA, Más que solo un piloto de Formula 1

40 años del accidente de Niki Lauda en el GP de Alemania 1976

(Nikolaus Andreas Lauda; Viena, 1949) Corredor automovilista austríaco que fue tres veces campeón mundial de Fórmula 1: en 1975 y 1977, con la escudería Ferrari, y en 1984, con McLaren. Meticuloso y exigente tanto en la conducción como en el perfeccionamiento mecánico de la máquina, sus aptitudes y fiabilidad como piloto no le impidieron sufrir, un año después de ganar su primer campeonato, un aparatoso accidente que le dejó graves heridas en el rostro. Reveló entonces otra de sus virtudes: una irrefrenable ambición ganadora que lo puso de nuevo al volante al cabo de seis semanas y que se vería recompensada con otros dos títulos mundiales.



Crónica del accidente:

El antiguo y peligroso Circuito de Nürburgring estaba dispuesto a cobrarse una nueva víctima, un tributo para el dios, o mejor dicho, para el diablo de la velocidad. Fue un fátidico 1 de agosto de 1976 en el GP de Alemania de F1. El demonio acechaba por los rincones de su hogar, el Infierno Verde. Allí,entre las montañas Eifel, permanecía en busca de la presa perfecta. Y la encontró en el piloto austriaco Niki Lauda. ¡Qué mejor candidato que el vigente Campeón del Mundo y triunfador en 5 de las 9 primeras citas de la temporada! 

Comenzó a urdir su plan al alba. Así, durante la madrugada de la carrera, el cielo grisáceo y tenebroso, descargó una fina cortina de lluvia. Esas gotas de agua fueron lo suficientemente efectivas para elevar el riesgo de Nordschleife, uno de los asfaltos más mortíferos del planeta. Un lugar en el que la leyenda, el automovilismo y la señora de la guadaña, convivían en una tétrica y eterna armonía. Los corredores no estaban de acuerdo con las deficientes medidas de seguridad en Nürburgring. Pero la prueba, pactada a 14 vueltas, se iba a disputar.

Las cambiantes condiciones climatológicas hicieron que la incertidumbre y lapreocupación se instalaran en el paddock. En el ambiente flotaba una sensación de tensión y nerviosismo. La pista, aunque se encontraba húmeda, se estaba secando rápidamente. A pesar de ello, los bólidos montaban las gomas de mojado. En la primera línea de parrilla, James Hunt, dueño de la pole, por delante de Niki Lauda, esperaba el momento de arrancar hacia la victoria. Sería un duelo al sol entre los dos pistoleros más rápidos del lugar. Representaban dos concepciones deportivas y personales antagónicas. Por fin, el semáforo se puso en verde. Ambos adversarios, preocupados de marcarse mutuamente, realizaron una mala salida. Clay Regazzoni aprovechó la coyuntura para ponerse al frente de la prueba.

Lauda, tras un arranque dubitativo, había perdido mucho terreno frente a sus predecesores, especialmente con Hunt. No podía permitir que el play boy británico se le escapara. Inició una persecución desesperada. Tras la primera vuelta, algunos bólidos entraron a boxes para cambiar sus gomas. Un extraño aroma a azufre invadió el mastodóntico autódromo. Los pronunciados desniveles y los giros sinuosos del trazado, le convertían en el escenario perfecto para que el maligno realizara sus planes. Tras inspeccionar los 20,8 km de asfalto, seleccionó la curva Bergwerk para su fechoría. Y así sucedió.



El Ferrari 312 T2  de Lauda perdió el control en ese punto. Salió despedido hasta impactar contra los catchfencing, las rudimentarias protecciones compuestas por una pared de alambres. El choque fue tan fuerte que el bólido rojo, convertido en una bola de fuego, salió rebotado hasta detenerse en medio de la pista. Pero parece que esta espeluznante colisión no fue suficiente tragedia para Satanás. Entonces hizo que un monoplaza que transitaba por ese sector impactara brutal y frontalmente contra el de Niki. Las imágenes eran dantescas. 

Lucifer se marchó del lugar convencido de que su maléfica obra se había consumado. Pero, se equivocó. Cuatro auténticos héroes, los pilotos Harald Ertl, Brett Lunger, Guy Edwards y Arturo Merzario se bajaron de sus coches. Y sin pensárselo un segundo, rescataron de las llamas -fueron 55 segundos eternos- a Lauda. Marzario sufrió graves quemaduras en sus manos al extraer del coche el cuerpo de Niki. Este, aunque tenía la mayor parte del cuerpo abrasado, estaba vivo. El vencedor del GP de Alemania fue James Hunt, quien también se llevaría la corona mundial de 1976.

Mientras, el austriaco se debatió durante varios días entre la vida y la muerte en el Hospital de Mannheim donde había sido trasladado. Finalmente salió victorioso de la prueba más dura de su existencia. Huyó de las garras del Infierno Verde. Su cuerpo quedó marcado para siempre. El zarpazo de Mefistófeles se hizo patente e imperecedero en su rostro. Pero, el vienés, se ganó el corazón de todos los aficionados al mundo del motor... y de los que no lo eran. Se subió a su monoplaza tan solo 40 días después del percance. Fue un 10 de septiembre en el GP de Italia celebrado en Monza. Nadie daba crédito a su gesta. Apenas podía ponerse el casco por los insoportables dolores que le producía el contacto con su piel abrasada. Terminó en cuarta posición, pero fue el ganador moral y sentimental de la prueba. De esta épica forma, quiso demostrarle al mundo que estaba de vuelta y que el mal no había conseguido su objetivo.


Después de aquello, tuvo tiempo de lograr 2 títulos más, 1977 y 1984, que  junto al cosechado en 1975, le convirtieron en tricampeón del Mundo. Había nacido un mito, uno de los mejores pilotos de la Historia de la F1.

Articulo presentado por: Grupo Llancarsa "Más que solo llantas"
Patrocinado por: TopGear.es




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